11 El creyente que vive en pecado

11. El creyente que vive en pecado

Si la Biblia enseña la seguridad eterna, ¿Esto quiere decir que una persona puede creer en Jesucristo y luego vivir en pecado sin consecuencias?

Cuando hablamos de la enseñanza de la Biblia de que la vida eterna es un regalo gratuito, y que por definición es una vida que dura para siempre y que no se puede perder, una de las objeciones más comunes es que esta doctrina enseña que uno puede recibir a Jesucristo por fe, y luego vivir en pecado sin consecuencias. Es verdad que la Biblia enseña que la vida eterna no se pierde por ninguna razón, incluyendo pecado en la vida del creyente, pero esto no quiere decir que el pecado no le importa a Dios, ni que no haya consecuencias en la vida del hijo de Dios que viva en pecado.

Primero, tenemos que entender la verdadera posibilidad de que un hijo de Dios pueda desviarse y vivir, por un tiempo corto o largo, en pecado. Cuando una persona cree en Jesucristo y nace de nuevo (Juan 3.3), recibe al Espíritu Santo (Efesios 1.13), y también recibe una nueva naturaleza que quiere obedecer a Dios. Hablando de esto, el apóstol Pablo dijo en Romanos 7.22, “según el hombre interior, me deleito en la ley da Dios.” Pero el creyente también sigue teniendo lo que la Biblia llama “la carne”(Romanos 7.18, 13.14), que es parte de la persona que siempre se inclina al pecado. Entonces, siempre hay un conflicto entre el Espíritu y la nueva naturaleza por un lado, y la carne por el otro lado. Como dice Gálatas 5.17, “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”

El hijo de Dios tiene que decidir a “andar en el Espíritu” (Gálatas 5.16) en vez de “andar conforme a la carne” (Romanos 8.3). Pero si él decide seguir los deseos de la carne, lo que se producen en su vida son “las obras de la carne” (Gálatas 5.19) en vez del “fruto del Espíritu” (Gálatas 5.22-23). Por esto, tenemos la descripción en la Biblia de creyentes que son carnales en vez de espirituales (1 Corintios 3.1-4).

Entonces, si es posible que un hijo de Dios pueda vivir en desobediencia, y si la vida eterna, por las razones que hemos visto en otros capítulos, no se pierde, ¿No le pasa nada al creyente desobediente? Sí, le pasan varias cosas. Primero, él está sujeto a la disciplina de Dios. La Biblia dice que aún los padres humanos disciplinan a sus hijos cuando les parezca necesario, y mucho más Dios, quien siempre es un Padre perfecto (Hebreos 12.5-10). Hemos visto antes que la disciplina de Dios puede incluir enfermedades y hasta la muerte física si la persona no se arrepiente (1 Corintios 11.30).

Cuando un hijo de Dios vive en desobediencia a su Padre, no solo recibe la disciplina de Dios, sino también pierde muchas cosas. No pierde su salvación, pero sí pierde la comunión con Dios de la cual el hijo de Dios puede disfrutar. 1 Juan 1.6-7 dice claramente que uno tiene que andar en luz en vez de tinieblas para tener comunión con Dios. Como el fruto del Espíritu solo se produce en la vida de uno que anda en el Espíritu, también podemos concluir que el creyente que vive en desobediencia pierde el gozo, la paz, y todos los otros aspectos del fruto que Dios quiere producir en su vida.

Además de perder la comunión con Dios y el fruto del Espíritu, el creyente que anda en desobediencia pierde la seguridad de que Dios va a escuchar y responder a sus oraciones (1 Juan 3.21-22). También, si es parte de una iglesia que sigue las instrucciones del Nuevo Testamento, puede perder la comunión de la iglesia, porque el Nuevo Testamento queda claro que un hermano que persiste en pecado debe ser disciplinado por la iglesia (1 Corintios 5.11, 2 Tesalonicenses 3.6).

El creyente que siga en pecado sin arrepentirse pierde mucho en esta vida, pero también pierde mucho en la vida que viene. El Nuevo Testamento enseña que cada hijo de Dios tiene que aparecer ante el tribunal de Cristo (2 Corintios 5.10), donde lo que hizo durante esta vida será examinada. Cuando la obra de la vida de cada creyente es examinada, algunos recibirán recompensas, pero los que no fueron fieles sufrirán pérdida. Dice 1 Corintios 3.13-15, “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” Es posible que uno podría pensar ahora, durante esta vida, que no importa mucho la diferencia entre recibir recompensas y sufrir pérdida, pero es claro que en aquel día, importará mucho.

Para concluir, podemos decir que una persona puede creer en Jesucristo para la vida eterna que él ofrece, recibir la vida, y luego vivir en pecado, sea por un tiempo corto, o sea por un tiempo largo. Puede hacerlo, en el sentido de que es posible, pero no debe hacerlo, y no puede hacerlo sin consecuencias. Un hijo de Dios debe confesar sus pecados a su Padre (1 Juan 1.9), andar en la luz (1 Juan 1.7), y crecer en su relación con Dios. Solo así puede disfrutar de la comunión con Dios y de todas sus bendiciones en la vida. Y solo así puede recibir el “galardón completo” (2 Juan 1.8) en la vida venidera que Dios quiere dar a cada uno de sus hijos.